Personajes de Mi futuro en una caja

LEIRE

«Por aquel entonces tenía veinticuatro años, hacía uno que había terminado la carrera de Comunicación Audiovisual y estaba a punto de entregar mi proyecto de fin de máster sobre el tratamiento de las bandas sonoras en los documentos audiovisuales. Mi único contacto con el mundo laboral hasta el momento se había limitado a algunas navidades envolviendo paquetes en la tienda de ropa de bebé de mis tíos. Sobra decir que todavía vivía en casa de mis padres y que mis pocos caprichos salían de sus bolsillos. Empezaba a estar desesperada, lo reconozco. Por casualidad me encontré con aquella oferta de trabajo tan poco usual. Confieso que no me detuve a pensarlo y le di al botón de inscribirme, convencida de que, como siempre, ni siquiera se molestarían en llamarme.»

FEDERICA

«Federica era una mujer bajita y menuda. Tenía el cabello blanco como la nieve, corto y con unos envidiables rizos. Los años habían tallado numerosos surcos en su piel, pero tras los cristales de sus gafas se podían ver unos ojos azules que conservaban aún el aire pícaro de una niña traviesa. Llevaba puesto un vestido abotonado de manga corta y de color negro con florecitas rojas. La oscuridad de la tela hacía que pareciera todavía más pequeña. Pero lo que más me llamó la atención de ella fue el hecho de que en su cuello no hubiera ni rastro de los típicos relicarios religiosos que suelen llevar las abuelas.»

LUCAS

«Me sorprendí al ver que del asiento del conductor no salía el hombre que había conocido unos días antes, sino un chico joven con el pelo rubio y despeinado. Tenía la piel morena, tostada por el sol, y la camiseta blanca de manga larga que llevaba puesta se pegaba a su cuerpo dejando intuir unos músculos fuertes y tonificados. Se acercó a mí deprisa y me observó con sus ojos oscuros. Teniéndole tan cerca pude apreciar con más detalle su cara de rasgos fuertes y mandíbula marcada.»

MARCIANO

«Estuvimos casados sesenta y cinco años. ¡Sesenta y cinco! Ahora ningún matrimonio aguanta tanto tiempo. Ahora os casáis y a los dos días estáis aburridos y os dejáis. Yo estuve toda mi vida al lado de mi Marciano, que en paz descanse, y él al mío. Aunque era muy trabajador, siempre tenía tiempo para acompañarme a hacer los recados y para bailar. ¡Ay qué bien bailaba mi Marciano! Estuvo a mi lado hasta que el pobrecito se fue de este mundo.»