Cuando empecé a leer Antípodas de Paloma González Rubio, ya sabía que iba a ser una buena lectura. Y es que iba con doble garantía. Por un lado, la autora que la firma. Por otro, que la compré por recomendación de mi librera de confianza, que sabe el tipo de libros que me gustan. Así que por aquí te cuento lo que me ha parecido, para continuar la cadena de recomendaciones que bien se merece este libro.
¿De qué trata Antípodas?
Nerea tiene catorce años y una vida que le gusta bastante. Adora pasar tiempo con Mónica y Lara (sus mejores amigas), pasear con ellas por el centro comercial, probarse ropa que no pueden comprar y encontrarse los sábados con Jaime y sus amigos. Bueno, especialmente con Jaime. Además, como todo el mundo a su edad, tiene muchos planes, entre ellos, convertirse en geógrafa cuando sea mayor.
Pero todo eso se hace añicos de golpe el día que su padre anuncia que tienen que mudarse a la otra punta del mundo, a Australia, casi casi a las antípodas de su actual vida.
En apenas unas pocas semanas, Nerea pasa por el estado de negación, el enfado, la esperanza, la frustración y la tristeza. Hasta que finalmente se ve obligada a abandonar su vida y empezar una nueva en Australia.
Allí, Nerea se debatirá entre agarrarse a los resquicios que quedan de su anterior existencia o permitirse convertir su nueva casa en un hogar.
Además, aprenderá lo que significa la amistad, se dará cuenta de que la vida continúa por mucho que quieras ponerla en punto muerto, que cada historia es diferente, aunque los personajes se parezcan mucho, y que lo que marca nuestro destino es cómo reaccionamos a lo que nos sucede.
¿Por qué me ha gustado Antípodas?
Antípodas es una historia sencilla y blanca, que alberga en su interior una gran reflexión sobre lo que significa la amistad, la confianza, crecer y encontrar tu propio lugar en el mundo.
Sencillez y profundidad unidas
Por un lado, como digo, la trama de Antípodas es bastante sencilla. Nerea se ve obligada a abandonar su vida para mudarse con su familia a la otra punta del mundo, desde donde incluso comunicarse con sus amigas por internet será un problema debido a la diferencia horaria. A lo largo de las páginas la vemos reaccionar a la noticia, arañar las últimas semanas en su hogar de siempre y lidiar con el proceso de adaptación al que será su nuevo hogar.
Lo más interesante de esto es que a Nerea la mudanza le pilla en el peor momento. En plena adolescencia, Nerea siente que el vínculo más fuerte es el que mantiene con sus amigas, que las necesita para todo y será incapaz de sobrevivir sin ellas. Además, está experimentando el primer amor, que con la distancia dará pie también al más angustioso de los sufrimientos.
Por eso, el viaje más intenso que ocurre en el libro no es el que lleva a toda la familia rumbo a Australia, sino el que experimenta Nerea en su interior. Todas las dudas, los miedos, las esperanzas, los sueños rotos, la soledad, las mentiras, las decepciones, las reconciliaciones con el mundo, las pequeñas ilusiones o el momento amargo en el que se da cuenta de que la vida continúa aunque ella esté en otro sitio.
Además, Nerea tendrá que enfrentarse a decisiones muy duras y aprenderá que a veces las historias no son lo que parecían a simple vista, que siempre hay al menos dos puntos de vista y que lo que define quién es ella es el camino que decida tomar mientras el mundo sigue girando de manera irremediable.
La estructura
Si algo me ha fascinado de esta novela ha sido el estilo tan maravilloso con el que está escrita.
La historia está narrada por Nerea, en una especie de ejercicio de escritura terapéutica. Primero en pasado, para contarnos las últimas semanas que vivió en su casa de toda la vida, partiendo desde el momento en el que su padre anunció que se trasladaban. Después, ya desde Australia, durante sus primeras semanas allí.
Gracias a que Paloma González Rubio le cede la pluma a la protagonista, resulta muy fácil empatizar con ella y entender todo ese remolino de sentimientos y dudas que le están desbordando el corazón y la cabeza.
Pero es que, además, como Nerea quiere ser geógrafa de mayor, el hilo narrativo se va tejiendo a base de puntos geográficos. En cada capítulo, Nerea nos explica un dato o curiosidad relacionado con la geografía, empezando por el significado de la palabra «antípodas», claro. Me ha parecido muy interesante y me ha encantado como la prota relaciona estos datos con su propia vida, con las cosas que le están pasando o con cómo se siente en ese momento.
Historias entrelazadas
Otra cosa que me ha gustado mucho es el detalle de las dos historias que aparecen entrelazadas. Por culpa o gracias al viaje, Nerea empieza a descubrir cosas acerca de la vida de sus padres cuando eran jóvenes, cuando se conocieron y empezaron a salir. Y esto no solo la unirá un poquito más con su madre, sino que le hará aprender cosas sobre sí misma, plantearse si la misma historia puede tener un desenlace diferente y darse cuenta de que, a veces, no está tan claro quién es héroe y quién villano.
Con todo esto, Antípodas me ha parecido una lectura preciosa, tierna y delicada. Una novela juvenil cortita plagada de sentimientos y de geografía, perfecta sobre todo para esos lectores que ya no son niños, pero tampoco son adultos y, como Nerea, todavía están descubriendo cuál es su lugar en el mundo.