«Recuérdame por qué he muerto» de Chiki Fabregat

Recuérdame por qué he muerto Chiki Fabregat

Me gusta ser sincera en las reseñas. Recuérdame por qué he muerto no ha sido una novela fácil de leer. De hecho, reconozco que me pilló en un mal momento y tuve que dejarla reposar cuando iba por la mitad hasta que me sentí capaz de retomarla.

Chiki Fabregat nos vuelve a traer una historia de esas que se te agarran por dentro y te destrozan un poquito antes de reconfortarte.

Y yo pido perdón porque, por mucho que lo intente, sé que no voy a saber hacer una reseña a la altura, porque son tantas cosas las que hace sentir este libro que es imposible plasmarlas aquí, sobre todo porque seguramente cada persona que se introduzca entre las páginas encontrará sensaciones distintas.

Pero prometo hacer todo lo posible.

¿De qué trata Recuérdame por qué he muerto?

Existe un lugar al que van las personas que han renunciado a seguir viviendo. Desde los tejados, los recos (o recordadores) deben observar a los humanos morir, como compensación a la vida que se les regaló y no «quisieron» aprovechar. Una especie de zona de castigo para gente que se ha suicidado. Solo cuando asisten a una cantidad de muertes lo suficientemente significativa como para volver a hacerlos sentir, pueden abandonar ese lugar intermedio y continuar su camino hacia el descanso eterno.

Todos esos chicos y chicas están bajo el cuidado de Ros, un imponente ángel gris que carga con un gran peso sobre sus alas.

Naím es uno de esos recos, pero es un caso especial. Llegó allí hace ya dieciséis años, tras una vida rota por la muerte de su madre, y no parece probable que vaya a abandonar los tejados a corto plazo.

De hecho, es que Naím dejó de sentir mucho antes de convertirse en reco.

Hasta que, de manera inesperada, llega Claudia.

¿Por qué me ha gustado (muchísimo) esta novela?

Recuérdame por qué he muerto

Por cómo aborda el tema

Me parece muy valiente abordar el tema del suicidio en una novela juvenil, ya lo dije a principio de año cuando leí Un ewok en el jardín de Pedro Ramos.

Pero, en este caso, más que el tema en sí mismo (que también), lo que quiero destacar es el modo de abordarlo, que me ha parecido una maravilla.

Chiki Fabregat ha creado un espacio propio en el que encuadrar el tema, un pequeñito mundo de fantasía (o no, no lo sé) en el que aparecen las personas que «deciden» renunciar a su vida. En un principio se nos presenta como una especie de purgatorio, donde los personajes van a pagar por su «pecado», a cumplir penitencia por haber desaprovechado el regalo que se les hizo al nacer.

Pero, según vamos avanzando, vemos que es mucho más complejo que eso. Que el entramado de hilos que conecta a los recos con el resto del mundo es mucho más complicado de lo que parece.

Y, por supuesto, a medida que Naím empieza a hacerse preguntas, se abordan aspectos tan importantes como la necesidad de prevención, de atender a la salud mental desde el más mínimo síntoma, de tratar de comprender en lugar de juzgar y de poner la empatía por delante de los prejuicios, porque nadie decide quitarse la vida porque eso sea «lo más fácil».

Como digo, todo esto se trata desde un escenario confortable en el que hay ángeles, lugares secretos e incluso travesuras «fantasmales».

Por el estilo narrativo

De la mano de la ambientación va, por supuesto, el estilo de la autora.

Con una pluma sencilla, sin florituras porque no las necesita, Chiki Fabregat nos va narrando la historia de Naím con calma, con delicadeza, con ternura, como si nos estuviera envolviendo en algodones porque sabe que nos va a hacer un poquito de daño con lo que nos está contando. El mensaje llega sin suavizar, con la contundencia que merece un tema tan importante y aun así consigue que al final termines con una sensación de esperanza, como si al cerrar el libro estuvieras recibiendo un abrazo y la promesa de que todo va a estar bien.

Si solo tuviera que decir una cosa acerca de cómo está escrita Recuérdame por qué he muerto, sería que te hace sentir. Todo el rato. Un millón de sentimientos diferentes, contradictorios, sentimientos bellos, sentimientos horribles, dolor y consuelo, rabia y reconciliación, como una montaña rusa.

Por los personajes

Reconozco que desde su primera aparición, me quedé prendada de Ros. No (solo) por cómo nos lo presentan, como un ángel atractivo, irresistible, sino porque enseguida me atrapó con todo eso que se intuye que no quiere mostrarnos. Ros es un personaje muy carismático, con mil capas debajo de las alas y enigmático a más no poder. Desde luego, hace justicia a su papel de ángel gris, con ese complejo conjunto de sombras y luces que lo construyen como personaje. Me encantó. Muchísimo. Se va a mi lista de personajes favoritos.

Naím también es un protagonista complejo pero, en lugar de mostrarse con capas como Ros, a él lo vemos envuelto en una armadura de rabia que lo mantiene resguardado del mundo, de los sentimientos. A lo largo de las páginas lo veremos evolucionar, pues la armadura empezará a resquebrajarse muy poquito a poco con la llegada de Claudia, poniendo a Naím en una lucha constante consigo mismo.

Tanto Claudia como el resto de personajes secundarios que aparecen cumplen bien su misión de servir de «chispas» para que Naím comience a hacerse preguntas, a cuestionar lo que ha dado por hecho desde que llegó allí.

Recuérdame por qué he muerto es una novela juvenil dura, pero preciosa, que aborda con delicadeza el tema del suicidio a través de una historia de amor ambientada en un mundo sobre los tejados de la ciudad. Una lectura cargada de sensibilidad, de esas que, irremediablemente, dejan huella.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Chiki

    Ay, cuánto me alegro de que te haya gustado (y cuánto siento que te haya dolido un poquito). Mil gracias.

Deja una respuesta